Los Monstruos

borrador

El monstruo muestra una fragilidad, un ser devenido de un proceso otro, refiriendo lo desconocido, ocultado en las ansias incontrolables de un colectivo que amenazado en su criterio de normalidad, lo rechaza en sus diversas formas: como grupo, como tiempo, como espacio.
Si es tolerado, su contexto se inclina a formar parte de un proceso de singularidad manifiesta, que puede ser reconocida o no dentro del conjunto, pues la "anormalidad" tiende a ser ocultada al exterior, porque allí todos son transformados y todos se reconocen íntimamente atravesados por esa presencia alienante.

Todo se oculta.
Para el monstruo se cierran las posibilidades. Se cierra la esperanza de vida, salvo para ser comprendido bajo la mirada de la ciencia o del espectáculo. Diversos encierros varios, pues cambiado en la naturaleza (lo perfecto), es su forma des-naturalizada la negación misma de su rara forma de vida. De su realización.
Por eso tiende hacia la muerte mucho antes que cualquiera. Se lo fuerza a dejar de existir, por sus características, por sus actos, o por las posibles causas que devengan de su existencia.

Existe y se señala a si mismo como amenaza en medio de una lucha, de fuerzas que atraen y disgregan hacia y desde un centro (la mirada del otro), un mismo punto que queda anclado, porque ya no es más que un enigma, lo anormal bajo la lente, la mirada extrañada de un todo extraño, que crece con cada suposición o pregunta sin respuesta.
A través de y por él se pueden canalizar las vicisitudes de grandes opuestos, se reconoce la posibilidad de la diferencia.

Atemoriza, porque trasgrede y quiebra.

Rompe el espacio.
Atrayente rechaza.

Atraviesa atravesado por el temor de aquellos otros al saber de su existencia, de que también él es parte de un mundo compartido. Misterioso mundo que da a luz lo inevitable, con sus propias leyes, yugo que promete la apariencia dormida pero presente de una imagen borrosa de lo que es, pero que será.

Es que mientras el dios dormita se suceden (ocultamente) los errores inevitables por esa, la mirada más atenta, que quizás permisiva deja al miedo el libre juego, al azar lo que nunca jamás debería.
Y si no debería entonces; ¿porque el ojo no ha de poner límites que instituyan los rituales de segregación y control policíaco; controles morales que determinen causas y posibilidad de mantener cierto orden perdido?
Rituales de bipartición,
de lo bueno en lo malo,
de lo correcto en lo incorrecto,
de lo prácticamente tolerable...

El monstruo pasa a convertirse en un error subsanable, se lo acusa, se lo investiga...
Es el devenir de una perfección, fuera de un cauce que ha de remendarse a través del reconocimiento de una falta de sentido.

Lo que debería ser si las cosas estuviesen bien.
Pero no están.

Permutaciones

Trabajo en proceso junto a Guillermo S.


Pensar un proyecto artístico sobre la Violencia trae intrínsecas otras problemáticas:

Para lograr una crítica contundente (si es esa la postura que elegimos, y supongo por el tono de tu mail es lo que te interesa) hay que apostar a tomar posiciones que a falta de de ser claras pueden dejar a las obras sin valor.

He aquí algunos planteos sin cerrar, estrategias de enlace que irán surgiendo a medida que se valla haciendo la escritura, por y a través de diversas ideas y conceptos con respecto a la Violencia, los otros temas que también planteaste y algunas cosas, que no se subsumen unicamente a este proyecto, sino que se prolongan a futuro; en las cuales me gustaría pensar o repensar, sobre todo referidas al arte, al artista, a la estética y a los espectadores, dentro de mis posibilidades de reflexión e ideología.

1) Tema de la Mirada

Desde dónde miramos y que miramos como un hecho, un acto violento?

Cuales son los mecanismos intrínsecos a nuestro sistema representacional y cultural occidental (la perspectiva) que pone en el ojo, en la vista, el primer tramo de un doble recorrido especular (yo – el mundo // yo – el/los otros) mediado por la física y la anatomía. La vista es el sentido talvez más distinguido de los demás en el momento de activar los presupuestos de lo considerado violento (en otros, sobre nuestro propio cuerpo son otros los mecanismos. Pongo aquí el caso de lo que pienso un espectador, un voyeur del dolor), el espacio como distancia y médium para pensar lo cercano y lo lejano, lo que puede o no hacernos daño (físico, moral, ético, psicológico)?

A través de la vista percibimos mejor el peligro.

Estos mecanismos (sistema de construcción de la realidad, perspectiva y sentidos) por ser mediadores entre realidad y cuerpo son los principales artífices de una puesta en acto frente al dolor, propio o ajeno. En todo caso el dolor siempre es algo que invade, que nos subleva, que nos cambia, o sea una violencia. Nos crea una sensación (pensar cercanía-lejanía de las sensaciones a partir de una experiencia real sobre si mismo, no siempre son los mismos efectos, ¿existen grados acaso?).

A veces nos es imposible ver el dolor, elegimos no ver la violencia, la sangre, el golpe, la muerte entonces cerramos los ojos. Esto me hace pensar en la relación que tenemos con el dolor ajeno (o propio, claro) y nuestra capacidad para tolerarlo.

Porque mucha gente tiene necesidad o siente gusto (no hablo aquí de una experiencia estética) de ver el “espectáculo” violento? (esto es otra cosa para repensar luego: la espectacularidad de la violencia y el peligro que conlleva, su estetización).

Palabras clave: espectador, voyeur, violencia-dolor, mecanismos, relación, espectáculo- estetización, perspectiva, sensación-realidad, experiencia.

2) Tema de las Relaciones

Como nos relacionamos con la Violencia?

Como nos relacionamos con nuestra, la provocada por nosotros mismos? Somos concientes de ella y los alcances que tiene?

Como nos afecta la Violencia en los otros sobre otros y sobre nosotros? Aquí hay que tomar claras posturas. ¿Cuales son esas posturas, cómo y porque varían? De que dependen esas variantes?

Este tema es importante porque elegimos hablar sobre un tema que nos afecta. Sobre algo que se inmiscuye en la mayoría de nuestras actividades, en nuestros diversos territorios. ¿Como micro-partículas de violencia nos afectan en lo cotidiano, en lo público y lo privado? Porque ella es tan variable y física que se nos cuela por los ojos, por los poros y ya hecha cuerpo puede dominarnos, enceguecernos ante la ceguera generalizada.

El cuerpo como cede de la violencia, que recibe y que da, que da y espera, que sueña, mira y calla. Que sufre. ¿Se puede hablar de víctimas y de victimarios? ¿Qué límites existen, en los distintos ordenes de nuestras relaciones interpersonales?

Si pensamos que la Violencia está en todas partes y que convivimos (todos) diariamente EN (otro tema: Espacio-tiempo y violencia) ella, muchas veces esta convivencia con diversos grados de acostumbramiento, logran que pasemos por alto demasiados hechos muy graves. La violencia cambia nuestra relación con el afuera, con los otros, desconocidos pero tangentes, cercanos pero invisibles. No queremos ver y la psiquis puede mas, acto de defensa talvez, olvidamos y enloquecemos. O es que acaso somos tan grandemente cobardes como para ahuyentar todo indicio de culpa, de riesgo, de solidaridad.
Pretendemos negar esta cobardía pero ya no es posible.
Creemos olvidar.

Aquí entramos en terrenos escabrosos, entramos en política, entramos en ética. Entramos sin duda en el compromiso que adoptamos como artistas y sobre lo que vamos a decir como tales, pero no ya desde afuera, desde la institución arte que pueda acogernos o sostener una producción; o desde lo meramente técnico (que es importante), sino desde una postura de militancia humana para lo humano.

Aquí aparece el rigor y las dificultades de la responsabilidad, porque al hablar sobre un problema grave del mundo, del Ser, tenemos que plantearnos y exigirnos ser coherentes.

El intentar esclarecer cualquier cosa puede llevar a alguien a la ruina. Un pequeño peligro talvez, el rigor que nos reclama este trabajo.

Es difícil pedirnos coherencia cuando uno se convierte en intérprete, en mediador, en traductor de vaguedades (sentido y verdad), de cosas no vividas o si (experiencia e historia; esta puede ser una posible y siempre válida estrategia desde la cual comenzar) pretendiendo mostrar, transcribir la crudeza; sabiendo además que la obra luego será interceptada (interceptando/nos) por desconocidos, posibles espectadores que se verán afectados de alguna manera u otra.

Repensar la función de crítica, algo que nos debemos para la garantía de mejorar nuestras relaciones dentro de lo social, la institucionalidad, lo cotidiano, la familia, la amistad, el amor. La Cultura.

Repensar nuestro rol como artistas en la producción cultural y las posibles líneas de ruptura con lo dado, lo aceptado, lo instituido y ya añejo, podrido (ocultado por el aroma, el fervor de lo nuevo y un mercado que se especializa en ser idiota).

Hablemos si se quiere de Relaciones de Poder y como no ser violentos para hablar de Violencia en un mundo donde lo más grave logra ser banalizado por los mecanismos de control, hacia la memoria colectiva, hacia el desarraigo del otro, del Ente.

Palabras clave: Relación, Postura, Coherencia, Artista, Rol, Instituido, Territorio, Cuerpo, Víctima, Cotidiano, Peligro, Trabajo, Cultura, Poder, Mecanismos, Memoria, Ruptura, Colectivo, Olvido, Producción, Crítica, Control, Estrategia, Experiencia, Espectador, Función, Historia, Mercado, Rigor, Responsabilidad, Cobardía, Solidaridad, Traductor, Social, Familia, Ética, Militancia.

3) Tema de los Territorios

Región. Lugar o lugares donde habitará nuestro deseo por un tiempo específico para entablar el diálogo con los demás...